El año pasado el presidente Mauricio Macri se vio impedido de asistir al acto del Día de la Bandera en Rosario, por una razón bochornosa: su seguridad no pudo ser garantizada.
Este año ya anunció Rogelio Frigerlo, Ministro dei Interior, que el Presidente concurrirá el 20 de junio a Rosario para encabezar el acto, un gesto absolutamente necesario para revertir el papelón y la pésima imagen de aquella vergonzosa retirada.
Será sano para la República que el Presidente Macri, en el último año de su mandato -un año electoral por definición-, anteponga su deber protocolar a la especulación política y afirme en Rosario la autoridad constituida. Pues debe considerarse inadmisible que no se pueda garantizarla seguridad del Presidente para la realización de un acto tradicional de contenido patriótico.
Todo un año han tenido la AFI, el Ministerio de Seguridad de La Nación y La Provincia de Santa Fe, para que aquel bochorno no se repita y haciendo su trabajo –nada más que eso-, lograr que la institucionalidad prime por encima del distinto color político y el contexto electoral. O sea, lo que se lleva con la idea de la normalidad.
Quede claro que no corresponde hablar de una situación de hecho en la que se encuentre garantizado el estilo de vida propiciado por la Constitución Nacional, que es el significado de seguridad Interior, si el Presidente y Comandante en Jefe de las FF.AA. se retrae de homenajear a la Bandera intimidado por la posible acción de izquierdistas que tanto aborrecen nuestros símbolos patrios como al estilo de vida propiciado por la Constitución Nacional.
Más allá que esa izquierda en cualquiera de sus disfraces no es democrática, no se debe tolerar que nadie recurra a la violencia y la intimidación como modo de hacer política, por lo que corresponde asumir que el deber ser, además de palabras, necesita también de palos en las calles siempre que la barbarie pretenda ganarlas con miedo.
No fue la seguridad de los argentinos lo que se garantizó escondiendo al Presidente de los que amenazaban con provocar disturbios, sino el pronunciado daño institucional y la degradación cultural del país.
El presidente Julio Argentino Roca, un patriota que engrandeció a la Nación Argentina, el 10 de Mayo de 1886 recibió un piedrazo en la frente cuando iba al Congreso a inaugurar el período de sesiones, cosa que igualmente hizo.
¿Alguien se imagina ai Presidente Roca escondiéndose de un montón de inútiles que fueran a chiflarlo y romper cosas? Ahí tiene el ejemplo que debe Intentar emular este 20 de Junio el Presidente Macri. ¿Podrá?
¿Alguien imagina a Roca ocultándose?
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