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CINCUENTENARIO DE ROCA

CINCUENTENARIO: Discurso del Dr. Eduardo Martínez Carranza en nombre del Partido Conservador porteño (1964)

Discurso del doctor Eduardo Martínez Carranza en nombre del Partido Conservador de la Capital, 1964.

Acalladas las pasiones que generalmente suscita la vida pública; con la serenidad de juicio que dan el tiempo y la distancia, hoy la Nación toda, a cincuenta años de la muerte del Teniente General Don Julio A. Roca, ratifica los homenajes que se le tributaron en vida, y se repitieron una vez y otra desde la hora de su tránsito a la inmortalidad; la Nación, sin distinción de sectores ni banderías rinde hoy nuevamente su homenaje de admiración y de respeto –no exento de gratitud y de nostalgia- al héroe del desierto, al estadista genial y visionario, realizador y realista, al político sagaz y penetrante, al ciudadano integérrimo y cabal, al gobernante progresista, el de la administración honesta, el arbitraje –honroso y la paz fecunda.

Es imposible reseñar en un discurso la vida y la obra de ROCA, porque como dijo Joaquín V. GONZALEZ para ello es necesaria “la amplitud del libro o la concisión del bronce”; bronce y libro han cumplido ya la tarea, éste entre otros en la pluma insigne de Vedia y en el genio de Lugones y aquél en la inspiración sublime de Zorrilla. Sin pretensión pues de abarcar ni la vida ni la obra del Repúblico, trazaré algunos brochazos para expresar la adhesión que por mi intermedio presta al homenaje el Partido Demócrata Conservador de la Capital, en cuyo nombre hablo.

Nació el 17 de Julio de 1843 del matrimonio del Coronel don José Segundo Roca con Doña Agustina Paz, matrimonio signado con hálito romántico cuando la joven rogó y obtuvo clemencia del Gobernador Heredia, vencedor en Tucumán del prometido; por línea de padre desciende de un soldado aguerrido que con su espada prestó señalados servicios a la Patria, y por la madre de la más alta alcurnia de Tucumán y del País, orígenes estos que jamás lo envanecieron porque, como el propio ROCA dijo “la verdadera nobleza, la que vale y a pesar de todo existirá siempre es la que se conquista cada hombre con su esfuerzo y con su propio mérito”.

Nacido en Tucumán, contrajo matrimonio en Córdoba en donde vio la luz su ilustre hijo de Dr. Julio A. Roca; se diría que en el General se dio una síntesis magnífica de lo que es la Patria: por sus orígenes hunde sus raíces en sus esencias mismas; por su obra abraza al país todo, y se prolonga en la obra también fecunda de su hijo privilegiado; envidiable amalgama de pasado, presente y futuro, trilogía que si no se dá obsta a la existencia de una Nación que verdaderamente merezca ser tal, pues no hay Patria sin antecedentes que conformen la realidad de hoy; hoy que debe construirse también con los elementos del momento para a su turno proyectarse en el futuro y señalar rumbos –nada más que rumbos- sin pretender directivas precisas que ahoguen la espontaneidad o dificulten las soluciones que cada generación debe encontrar para sus propios y nuevos problemas.

Egresado del Colegio de Concepción del Uruguay, a los 15 años de edad recibe el alta como Alférez de Artillería en el Regimiento 1° del Ejército de Urquiza.- Participó en Cepeda, y ya como Teniente en Pavón, donde no se rinde sino que con sus soldados y armas se retira hasta Rosario, y gana un nuevo ascenso.

Durante la guerra de la Triple Alianza peleó en Uruguayana, Yatay, Tuyutí, Curupaytí, y Boquerón.- Teniente Coronel vence en Ñaembé y es ascendido a Coronel. A los 31 años en Santa Rosa derrota a Arredondo, y así como había logrado sus anteriores ascensos en el Campo de batalla, alcanza e éste las palmas de General.

Comandante de fronteras en Córdoba, San Luis y Mendoza, se compenetra del problema del indio y designado por el Presidente Avellaneda Ministro de la Guerra para suceder a Alsina, cambia los planes de éste y lleva una campaña ofensiva contra el salvaje, rescatando para la civilización y para la patria –ensanchando efectivamente sus fronteras- más de 20.000 leguas cuadradas.

Tres lustros largos lleva de milicia activa y simultáneamente cultiva su espíritu –versado en latín y humanidades- agudiza su genio político y se perfila ya como el estadista que su actuación posterior pondría de manifiesto.

Tiene 37 años de edad, cuando en 1880 jura por primera vez el cargo de Presidente de la Nación, y cumple su mandato de 6 años; tras un lapso de doce –las Presidencias de Juárez Celman, Pellegrini, Luis Sáenz Peña y José Evaristo Uriburu- lo reasume en el 98 desempeñando la primera magistratura hasta 1904.

Es el único argentino que elegido dos veces Presidente de la Nación completó ambos períodos y además, como Presidente del Honorable Senado, rigió los destinos del país durante un interinato de 100 días.

Antes de ser Presidente fue Ministro de la Guerra, después del Interior; también Senador de la Nación; como Mitre y Pellegrini, que tras ejercer el más alto cargo de la República ocuparon después escaños en el parlamento nacional. Es que lo animaba un gran espíritu civil y un ardiente deseo de servir incondicionalmente al país. Los grandes cargos honran, pero también se honran cuando se los cubre con sacrificio, competencia y honestidad. El “Cursus Honorum” de los romanos no impide reiniciarlo desde peldaños más modestos cuando se está animado del espíritu que acabo de señalar.

ROCA es hasta hoy el único ciudadano argentino que en cumplimiento de un precepto constitucional ha tenido el privilegio de leer doce mensajes ante el H. Congreso, dando cuenta del estado del País y de sus propósitos de Gobierno. El primero en el 81, el último en el 1904. En aquél pudo decir que “la paz más profunda, el orden y la libertad más completas, con los signos de una larga duración reina en toda la República, y nuestro crédito político y económico penetra en todos los pueblos y mercados europeos, que empiezan a creer por fin, que hemos entrado en la época de la razón y de la edad madura”; con verdad afirma que hizo por su parte todo cuanto le fue posible para cumplir la solemne promesa de hacer gobierno de paz y de administración, para lo cual confiaba modestamente menos en sus propias fuerzas y aptitudes que en la rectitud, talentos y consejos de sus Secretarios de Estado, y agrega solemnemente que si en el curso de los sucesos su presencia en el poder llegase alguna vez a ser inconveniente para la realización de los grandes propósitos de lo animaban, tomaría sin vacilación el camino de la vida privada, abandonando el elevado puesto contrario a sus inclinaciones, y al que no había llegado movido por la ambición o por sentimientos bastardos sino obedeciendo a su voluntad soberana del pueblo ante el que, concluye “me inclino é inclinaré siempre”.

Casi al final de su primera Presidencia, el 10 de Mayo del 86, tras el atentado aleve que no perturbó su calma, dijo que concluía felizmente su gobierno sin haber tenido en todo él que informar de guerras civiles, de intervenciones sangrientas, de levantamientos de caudillos, de empréstitos gastados en contener desórdenes y sofocar rebeliones, de depredaciones de indios, de partidas armas y semi-alzadas contra la autoridad de la Nación, sin haber decretado en fin un solo día el estado de sitio.

En su primer gobierno dio impuso extraordinario a la construcción de vías férreas, llevándolas de 2.300 a 6.000 kilómetros; fomentó la inmigración; dio particular importancia a la urbanización, embellecimiento y saneamiento de la Ciudad de Buenos Aires, recién federalizada, y contó para esa obra con la capacidad, talento y empeño del inolvidable Intendente don Torcuato de Alvear. Se dictaron leyes trascendentales como el Código Penal, la del Registro Civil y de Educación común; se organizaron los Territorios Nacionales; se iniciaron las tratativas para el arreglo de límite con Chile, y se estructuró orgánicamente a las fuerzas armadas nacionales.

En los doce años de intervalo que media entre el fin de su primera presidencia y el comienzo de la segunda, su ascendencia y predicamento políticos fueron extraordinarios; Ajustó con Mitre la política llamada del “acuerdo” convencidos ambos, juntamente con Pellegrini, de la necesidad de suprimir la lucha electoral para la presidencia futura porque ella dada la situación imperante arrastraría al país de la ruina.

El mensaje de 1889 comienza con esta página que considero indispensable transcribir: “Nunca con más propiedad que hoy puede decirse que el Congreso Nacional se abre bajo los auspicios de la paz interior y exterior y que la República se entrega al trabajo y a las empresas de que depende su prosperidad y su riqueza, llena de confianza en la estabilidad del presente y en las promesas del futuro. Terminadas por el arbitraje nuestras antiguas cuestiones territoriales con el Paraguay y con el Brasil; arregladas, amistosa y directamente nuestras dificultades con Bolivia, acabamos de cortar de igual modo la disidencia del Norte con la República de Chile, mientras el gobierno de su Majestad Británica estudia la cuestión del Sur sometida por los países a su augusto fallo. Podemos así dar por resueltas, desde luego, las últimas cuestiones de límites que, de tiempo en tiempo, turbaban nuestras relaciones internacionales, y que, en ciertos momentos amenazaron con una ruptura violenta y con una guerra implacable, que habría sido una vergüenza para la América y un escándalo para el mundo.

En adelante, en paz con nosotros mimos, en paz con los estados limítrofes y con todas las naciones, dejaremos de invertir una parte considerable de la renta pública, en elementos de destrucción, y los emplearemos en activar nuestros progresos de todo orden para llegar a ser la gran nación que ha vislumbrado el patriotismo”.

Y después de dar cuenda del estado del país concluyó con estas palabras que deben oír los apresurados de siempre: “El tiempo que ha dispuesto la administración inaugurada el 12 de Octubre, ha sido reclamado necesariamente por un trabajo de reorganización, de observación y preparación. No importa que a veces parezca parsimoniosa; debe esperarse para apreciarla mejor, la labor del día siguiente: A veces hay también más mérito en detenerse delante de ciertas dificultades, que en intentar removerlas en el día. Esas consideraciones os inclinarán a juzgar con equidad la obra de mi gobierno en el breve período que ha transcurrido”.

En su último mensaje –el de 1904- sostiene que la Nación Argentina crece y se desarrolla en proporciones extraordinarias, tanto en lo material como en lo moral; no hay una sola región del país por apartada que esté, en lo cual no se haya inaugurado, o no esté en vías de construcción, una escuela, primara o superior, o de enseñanza agrícola, un ferrocarril, un camino, un puente, un puerto, una línea telegráfica, un hospital, un cuartel.

Toda su voluntad y todas sus energías estuvieron siempre al servicio del país, sin que en circunstancia alguna prevaleciera en su ánimo otra consideración que la del bien público, la dignidad o el prestigio del gobierno; y volverá a la vida privada con la conciencia tranquila, seguro de no haber faltado a sus deberes a sabiendas, de no haber abusado jamás del triunfo, y de no haber sido guiado nunca por móviles que no fuesen dignos.

En su segunda Presidencia se destaca como insuperable obra de gobierno el arreglo de la cuestión de límites con Chile, el anunciado de la doctrina Drago contraria al cobro compulsivo de deudas exteriores, la construcción de puertos, la ampliación de las redes ferroviarias, la organización de nuestra Marina de Guerra y la formación de una escuadra; la sanción de la ley de servicio militar obligatorio y la preparación del proyecto de Código del Trabajo, debido a la inspiración de Joaquín V. González.

La obra de Roca es la de un titán; sirvió con lealtad a la República y a la Democracia; quizás tuvo algunas imperfecciones como las del limo fecundante, sin la pureza de lo estéril; quizás tuvo algunas imperfecciones como las tenemos todos los seres humanos, hasta los héroes y los santos, pues si hay lirios inmaculados como Teresita o Luis también comparten la gloria de los altares Pedro y Magdalena, Saulo y Agustín.

Los errores o desviaciones que acaso puedan señalarse a Roca son insignificantes comparados con su obra, con su talento, con su conducta, con su sergas, con su vigilia permanente al servicio del pueblo y del país, y es por eso que aunque nunca buscó el halago fácil de las muchedumbres, su nombre no se ha borrado ni se borrará de la memoria generalmente frágil de las multitudes.

El partido Demócrata Conservador se siente consustanciado con Roca, porque nuestra filosofía política que es la suya reflejada en sus magníficos mensajes, nos hace ser realistas y pragmáticos, no teóricos ni ideólogos; no pretendemos encasillar la vida, que de por sí es inasible, en cánones rígidos y preestablecidos; recogemos las enseñanzas de la Historia, que es Maestra de la Vida y perseguimos como norte asegurar la Justicia, el Orden y la Libertad. Alguien ha dicho que la fórmula de gobierno de Roca fue muy simple: un tercio de libertad y dos tercios de orden; podrá o no variar la proporción, pero no hay duda que asegurada la libertad y el orden e imperando la Justicia se cuenta con un magnífico programa de Gobierno, que sigue siendo y es actual. Sólo falta que la sagacidad política, la prudencia y el buen tino, que son atributos esenciales de un auténtico hombre de gobierno, adecúen en cada época los medios necesarios para lograr tales fines. ROCA supo adecuarlos, supo encontrarlos; supo elegir a hombres eminentes para que lo acompañaran en su gobierno.

Quizá gran parte de la crisis que el país padece desde años y años radique en que no se ha acertado con los medios o con los hombres adecuados; no señalo culpables, porque sin duda todos lo somos en alguna medida; anoto objetivamente un hecho, y bajo la advocación propicia de este bronce, en el marco severo de esta ceremonia, convoco a los argentinos para que deponiendo actitudes y cediendo a intereses que incluso pueden ser legítimos, nos afanemos todos en encontrar el camino que salve a la República.

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Próximas actividades:

7 de Octubre: a las 13 hs, en el tradicional encuentro semanal del Rotary Club Aires, disertará vía zoom, especialmente invitado, el Grl Raúl J Romero sobre el tema “1880-2020: A 140 años del primer gobierno del Grl Roca”. La misma será exclusivamente para socios de la Institución.

9 de Octubre: a las 19 hs, organizado por la Delegación Bariloche del Instituto Roca, el Historiador Eduardo Lazzari, dará una conferencia, vía Google Meet ,acerca de “Roca y la integración de la Patagonia al Estado Nacional”. El ingreso será libre a través de Google Meet  meet.google.com/dtg-gpvj-pmp

 

 

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